De verdad, resulta impresionante, ver la lucha por el poder estatal de la corrupta, dividida, frágil y fragmentaria derecha peruana, que inclusive ofrece espacio pequeño de poder a una izquierda fraccionada, sin dirección, transitoria y caudillista.
El Perú en un corto espacio de tiempo, puede tener varias direcciones. Todos esos caminos conducen a una Roma abismal. Cada día bajamos a un barril sin fondo. El deterioro es grande y grave.
Sin ideología clave, sin modelo definido, sin organización oportuna, sin desfile de cuadros; la sociedad se ha vuelto un pésimo tejido social.
No tenemos partidos políticos como nunca en la vida de la República fallida. Tampoco tenemos actores económicos claros y dirigentes. No les ha bastado la dominación histórica, luchan hoy, inclusive entre ellos, por más riqueza arriba y abajo.
Hay algo también sorprendente en el Perú. Los actores del desborde popular, se han diseminado por territorios en mil formas. La atomización es individualizada, egoísta, rentista, clasista, racista, etnista, religiosa. Hasta los narcosociales quieren el poder, arriba y abajo.
El cambio y la revolución popular va a ser muy diferente a lo que se planteó el siglo pasado. En este siglo las cosas cambiaron con la velocidad de la luz. Ha habido un relámpago brutal para atrás.
El hombre peruano está en un hospital de neoplasias. La cosa es dificilísima, muy brava, y requiere de una medicina muy creativa, sin calco ni copia.
Como lo parafraseó el ilustre Jorge Basadre: «quienes caen en la amargura, en el pesimismo, en el desencanto, ignoran que el Perú es aún una posibilidad. Problema es, en efecto y por desgracia el Perú; pero también, felizmente, una posibilidad». Resumido a ello es que nuestro país, el Perú, es «un gran problema pero tambien una posibilidad» .
El Nuevo Perú no es un imposible. En este desafío sabemos, construirá los andenes de su cultivo que alimentarán el espíritu de su nuevo imperio.
No hay vuelta que darle para atrás .El Sur ya vio la cosa. Andinos, selváticos y cholos han encontrado sangre comun.
Somos todas las sangres
Por: Monsermin Yacila